Niño de 1 -3 años

La infancia temprana se caracteriza porque los niños comienzan a desarrollar de una manera rápida, la motricidad tanto fina como gruesa. “Durante los 2 primeros años el niño/a completa su desarrollo psicomotor, consiguiendo los hitos del desarrollo motor grueso, (con la marcha autónoma como el máximo exponente de este), el perfeccionamiento de la motricidad fina y la coordinación manual, la consecución del lenguaje de comprensión y de expresión y el desarrollo de las habilidades sociales”1.

A partir de 1 año, la alimentación ya es prácticamente igual a la de los adultos. Los sistemas fisiológicos han alcanzado la maduración necesaria para poder metabolizar los nutrientes de una forma correcta.  El principal objetivo de la nutrición es alcanzar el desarrollo y crecimiento idóneos para afrontar las siguientes etapas evolutivas con éxito.

En la infancia temprana, la velocidad de crecimiento ya no es tan elevada como en el primer año de vida, pero no tan lenta y estable en edades a partir de los 3 años.

Además, en la infancia temprana, el peso medio de los niños se incrementa aproximadamente en 230 g/mes y su estatura 1 cm/mes. 

Es un periodo en el que vamos a notar un descenso del apetito del niño, aunque hay que estar alerta por un posible fallo de medro, que a veces puede suceder en el caso de pérdida de apetito. Esta pérdida de apetito, se debe al descenso de la velocidad de crecimiento del niño y el desarrollo de su sentido de la independencia. No existe un criterio unificado para la clasificación de los niños que sufren esta pérdida de apetito, pero el más utilizado es el propuesto por Kerzner:

  1. Poco apetito: Niños activos con apetito limitado. No aguantan sentados en la mesa y pierden el interés. Hay que ser estricto en el nº de comidas que se les ofrece y no ofrecerles alimentos fuera de esas comidas. Niños apáticos con desinterés general por la comida. Valoración del entorno.
  2. Apetito selectivo. Solo unos cuantos alimentos son aceptados. Es importante que se involucren en la preparación de los alimentos y que sean atractivos.
  3. Miedo a comer. Algún evento adverso sucedido con la comida.
  4. Infravaloración subjetiva de la ingesta. Percepción de los padres de que el niño come poco.   

Por otra parte, en esta etapa comienzan a imitar todo lo que ven y cobra si cabe, más importancia trasmitir correctos hábitos alimentarios por parte de los adultos para que los adquieran y no presenten problemas de salud relacionados con una mala alimentación.

Durante este periodo, los niños desarrollan el lenguaje y tiene gran importancia también para su alimentación, porque esta habilidad les va a permitir expresar sus deseos y necesidades. 

El desarrollo  motor fino también  ejerce una influencia  importante, porque permite  a los niños de esta edad  poder masticar alimentos y algo  tan sencillo para los adultos, pero  complicado para ellos, como es la independencia  para alimentarse autónomamente, poder elegir y coger  un pedazo de comida y llevarlo a su boca, un vaso con líquido que les permita beber, poder seleccionar texturas y proceder con ellas en la masticación, son  hitos que nos indican la madurez del niño respecto a la alimentación. 

A medida que van creciendo, van desarrollando otras habilidades como es la de coger objetos y sujetarlos con firmeza, lo que les permite alimentarse con cuchara o pinchar con el tenedor. Para los niños es todo un hito y para los padres también. Al principio será un poco desastroso, pero se debe dejar al niño una cierta independencia y estar vigilantes, puesto que solo con la práctica conseguirá mejorar esta destreza.

A continuación, en la tabla 1, se describen algunas señales que nos indican el desarrollo del bebé de 12 meses en adelante.